La domótica ha ido creciendo en los últimos años gracias a dos factores fundamentales, el primero es el ahorro energético y es que se hace cada vez más importante tener un control sobre los gastos y hacer eficiente de la necesidad de consumo. Lo segundo es el tema de confort, que aunque siempre y tradicionalmente la domótica estuvo asociada a ese punto, sigue siendo su valor más reconocido. Poder controlar todo en esta época de movimiento y conexiones a dispositivos, la comodidad es un factor de decisión al momento de inclinarse por invertir en un sistema automatizado.
Derrochar la energía resulta antagónico con el bienestar. Esto quiere decir que se puede hacer un uso más eficiente de la energía en nuestros hogares. Con un toque ordenamos a los comandos principales del máster, éste ubica a través de los sensores pasillos y habitaciones que tengan algún electrodoméstico encendido y el sistema domótico detecta por ejemplo, si es necesario reducir la calefacción en áreas desocupadas de la casa o subir las persianas, apagar las luces y sustituirlas por iluminación natural.
Todo esto explica la reciprocidad entre estas dos vertientes de comodidad y ahorro energético. Con la domótica disminuyen los porcentajes de eventualidades o accidentes y triplicamos calidad de vida. Pensar que desde una interfaz muy sencilla hasta una pequeña pantalla se puede combinar funciones tan heterogéneas como, estufas, calefacción, cámaras de seguridad, iluminación y luminarias, persianas y cortinas e incluso más al detalle, dispensadores de agua potable o sistemas de riego, proyecciones de televisión y fondos musicales, que son programados por los miembros de la familia para funcionar en la rutina de la casa. Que Cuando salen de vacaciones el domotizador recibe una orden de voz y continúe la misma dinámica de cuando están todos en casa.
Hace unos años era muy divertido mirar películas y dibujos animados con estas fantasías, hoy en día un hogar digital está asociado al lujo, al confort a la gestión del consumo de energía más no al gasto excesivo. Sin embargo el aspecto económico, la idea de inversiones exorbitantes es un paradigma que ha costado romper en los consumidores y prospectos. Sea la construcción de una vivienda nueva que incluye la domotización con la misma naturalidad que con las instalaciones sanitarias y eléctricas, o sea por el contrario una remodelación con la situación típica de tener instalaciones híbridas tanto en vigencia como en marca. El desafío consiste en convencer al cliente que sin importar la diferencia tecnológica que hay entre los electrodomésticos se puede gestionar la casa de manera inteligente y desde el nivel más básico.
Una casa digital proyecta fortalezas, como la flexibilidad en sus funciones, la revalorización del inmueble y la simplificación de las acciones cotidianas, Esto aumenta el nivel de satisfacción y permanencia. La perspectiva en un futuro cercano es percibir la domótica como un producto de necesidad estándar, básico, tan imprescindible que en la mayoría de los países sea de fabricación local, garantizando respuestas inmediatas en posibles servicios o mejoras.
